OFRENDA HIRAYASU ALEACIÓN SONORA
Por Agencias, 27/10/2021 07:55
De ébano negro y piel de serpiente, el sanshin es un instrumento musical de Okinawa, Japón, indispensable en el hogar de muchos habitantes, porque el pulso de sus tres cuerdas hace palpitar las festividades de la isla donde nació Takashi Hirayasu, quien se ha convertido en el intérprete más cosmopolita de esta especie de laúd.
Se trata de un músico y cantante japonés que conjuga ritmos occidentales, como el jazz, el blues o el rock, con los sonidos tradicionales.
Pero con su instrumento va más allá, al que transforma también en un artefacto de percusión, como muestra al batir sus manos sobre éste durante una entrevista, apenas aterrizar en el País y comer tacos.
Ésta es su segunda estancia aquí, auspiciado por la Fundación Japón en México; en la primera, hace 30 años, vino para ofrecer una serie de conciertos, y ahora celebra volver y encontrar una temperatura y humedad semejantes a Okinawa.
Fue precisamente en su isla natal donde abrevó de las expresiones musicales de Occidente, pues allí Estados Unidos mantiene bases militares, cuenta.
"Conocí a soldados no solamente de Estados Unidos, sino también de México y de otros países de Latinoamérica o de Asia. Era una mezcla de todo el mundo. Iba a tocar la guitarra casi todos los días a la base militar y, naturalmente, me impregné y aprendí la música occidental, como el jazz, el blues y los ritmos latinos.
"(Esa música) entró a mi cuerpo y a mi corazón, pues era un adolescente, etapa muy importante para formar la personalidad", relata Hirayasu.
Mientras, en casa, sus abuelos, con quienes vivía, cantaban y tocaban los ritmos tradicionales de Okinawa.
"Eso también permaneció siempre cerca, y en la adultez esa mixtura afloró", prosigue el artista, quien formó parte de la banda japonesa Champloose y que grabó, junto con el guitarrista Bob Brozman, el álbum Jin Jin, además de, como solista, el disco Kariyusu No Tsuki.
Este miércoles, a las 20:30 horas, se presentará en el Teatro de la Ciudad con el percusionista mexicano Armando Montiel, mientras el jueves hará lo propio en la Plaza Principal de Irapuato, para cerrar su gira por el País en el Festival Internacional Cervantino, donde se presentará el sábado en la Ex Hacienda San Gabriel de Barrera de Guanajuato, a las 12:00 horas.CORAZÓN DE REPTIL En la antigüedad, refiere Hirayasu, el sanshin se consideró sagrado, y su música se ofrendaba a las deidades; ahora, más popular, se toca por ejemplo en el Obon -equivalente en Japón al Día de Muertos mexicano- para venerar a los dioses, pero también para disfrutar y dedicar sus ritmos a los ancestros frente a sus tumbas.
La estirada piel de reptil que recubre la caja del instrumento es resistente y flexible a la vez, como prueba el músico al percutirlo, pulsarlo y cantar con una efervescencia contagiosa. Puede durar de uno a diez años, de acuerdo con la condición de la serpiente, aclara.
"Pero para expresar la música lo más importante no es el instrumento, sino el corazón, la mente y el pensamiento del músico", advierte, traducido del japonés al español por Naoko Sugimoto, directora de la Fundación Japón en México.
"Aunque el sanshin también tiene su corazón y su mente", agrega. "A veces dice: 'Ya no quiero', y otras solicita: 'Anda, tócame'".
Y su sanshin ha llegado entusiasta a México, confiesa Hirayasu, atento a cómo el sonido reverbera en el salón del hotel donde se hospeda, sobre Reforma, sin necesidad de micrófono ni equipo de sonido.
"Anda, tócame", apremia. Hirayasu responde y la música silencia el ulular de unas sirenas.
Fuente: reforma.com