Sentencian a El 80 a 5 Años de Prisión por Tráfico de Mariguana a EE. UU.

En un caso que ilustra la compleja relación entre el narcotráfico y la justicia, Carlos Arturo Quintana, alias "El 80", fue sentenciado a cinco años de prisión por tráfico de mariguana a Estados Unidos. Aunque Quintana fue identificado como el jefe de Policía de Namiquipa y el 'jefe de plaza' del Cártel de Juárez en la región, solo enfrentó cargos relacionados con el tráfico de drogas, gracias a una declaración de culpabilidad con la justicia federal.

El tribunal federal que llevó el caso determinó que en marzo de 2011, Quintana y sus cómplices entregaron 600 kilogramos de mariguana en Ciudad Juárez, México, en una transacción vigilada por un informante confidencial. Este intercambio fue clave para la investigación que condujo a la extradición de Quintana a Estados Unidos en agosto de 2022.

Quintana se declaró culpable en enero de 2024 de conspirar para distribuir más de 100 kilogramos de mariguana con la intención de importarla ilegalmente a Estados Unidos. El viernes 22 de marzo, fue sentenciado a cinco años de prisión, seguido de cuatro años de libertad condicional, y se le impuso una multa de 10 mil dólares.

Las autoridades destacaron la colaboración entre agencias tanto en México como en Estados Unidos para llevar a Quintana ante la justicia. El caso fue investigado por la Oficina de Campo del FBI en Albuquerque, con la asistencia de la Administración de Control de Drogas y la Agencia de Metropolitana de Narcóticos de Las Cruces y Condado de Doña Ana. La Oficina de Asuntos Internacionales del Departamento de Justicia también desempeñó un papel crucial en la extradición de Quintana desde México.

Quintana, conocido como "El 80", había sido una figura temida en Chihuahua durante años, vinculado a numerosos crímenes, incluida la masacre de la familia LeBaron y el asesinato de la periodista Miroslava Breach. Sin embargo, su arresto y posterior extradición a Estados Unidos se limitaron a cargos de tráfico de drogas.

Hoy, "El 80" cumple su condena en una prisión federal, una vez que fuera una figura temida en las calles de Namiquipa, su nombre se desvanece en el anonimato de la cárcel, una advertencia silenciosa para aquellos tentados por el mundo del narcotráfico.