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EL MILAGRO DE LOS DOS MESES: CIEN DENUNCIAS Y CONTANDOPor LUIS VILLEGAS MONTES, 2025-11-24 17:13:26
A escasos meses de la creación del flamante Tribunal de Disciplina Judicial del Estado de Chihuahua (TDJ), su presidente, el licenciado Francisco Acosta Molina, declaró —con la seriedad de quien se cree sus propios infundios— que el órgano “se ha consolidado como el más avanzado del país en procesos, estructura y presupuesto”; según él, así se lo hicieron saber los demás tribunales del país en una reunión ad hoc. ¿Nadie le recordó el refrán “en tierra de ciegos, el tuerto es rey”? ¿Se puede presumir ser primus inter pares cuando la administración de justicia en México hace agua por todos lados? Hay que ser muy irresponsable —o muy ingenuo— para no verlo. Vamos a los hechos: un tribunal con cien denuncias en sesenta días de funcionamiento no es un “caso de éxito”; es un síntoma de podredumbre acelerada. Eso no es avance: es una crisis en regla con logotipo. Celebrar el volumen de quejas como si fueran medallas sólo evidencia lo obvio: si un órgano disciplinario recibe cien asuntos en dos meses, alguien dejó de hacer tareas de prevención. ¿Dónde quedaron las alertas tempranas, la capacitación, etc.? En materia de corrupción, lo mejor no es sancionar; lo mejor es que no ocurra. Sobre el dinero: jactarse de un presupuesto “robusto” revela tres cosas. Primero, ignorancia: el “mérito” (si lo es) corresponde al Congreso, que fija las partidas. Segundo, los montos no significan nada sin resultados. Tercero, los resultados se miden contra sí mismos en un periodo determinado; y hoy no hay con qué medir al TDJ: hace tres meses no existía. Presumir sin línea base es propaganda, no gestión. La realidad es menos halagüeña: un tribunal sin resultados, pero con dinero, es una oficina cara dedicada al autoelogio. El desempeño de un órgano disciplinario se valora con dos parámetros sencillos: el tiempo y el índice de resoluciones revocadas (si las hay). Todo lo demás es ruido. El discurso de Acosta Molina no es inocuo: exhibe la patología burocrática del Poder Judicial —y del país—, donde la apariencia sustituye al contenido, y el presidente del TDJ se porta como político menor disfrazado de juez: confunde gestión con eslogan, dato con consigna y, peor aún, supone que la gente se lo cree sin reservas. Todavía recuerdo a Paco, a sus diecinueve o veinte años, cuando dijo en voz alta que aspiraba a ser “ideólogo” del PAN. Le pregunté si le apasionaba la doctrina, si había leído a los autores de Acción Nacional, si ya había escrito algo. Su respuesta fue franca y risueña: no; quería ser “ideólogo” para dar ideas. El problema es cuando esa ligereza se instala en la función pública. Lo que Chihuahua necesitaba no era un tribunal que se aplauda a sí mismo sus cifras, sino uno que inspire respeto y combata la corrupción con resultados verificables. Sólo el tiempo lo dirá. Contácteme a través de mi correo electrónico o sígame en los medios que gentilmente me publican, en Facebook o también en mi blog: https://unareflexionpersonal.wordpress.com/ Luis Villegas Montes. [email protected], [email protected]
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