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EN UN BOTE DE VELA…Por LUIS VILLEGAS MONTES, 2025-05-31 00:55:31
Crónica sobre el desguace militar en tiempos de abundancia discursiva y escasez presupuestal. México no tiene ejército, tiene lo que queda: un archivo, un gesto, un despojo con guerrera abotonada hasta el cogote; y aunque eso parezca mucho decir, basta una pincelada de historia y un brochazo de actualidad para comprobarlo. Las instituciones armadas de este país, desde su fundación, han sido menos una garantía de soberanía que una tragicomedia de uniforme planchado; y si la Marina alguna vez fue digna —pongamos por caso las campañas de Blas de Lezo, aunque, ¡ay!, ése era español—, hoy no pasa de ser la nota ridícula en el boletín de deshonores nacionales. Tres veces ha caído el ejército mexicano, sin contar las derrotas por defaul, como las guerras con los Estados Unidos, donde el heroísmo consistió en perder menos mal. Primera vez: en la guerra de Independencia, cuando los realistas, hartos de combatir sin gloria, decidieron pasarse al otro bando. Lo llamaron “Abrazo de Acatempan”, pero bien pudo ser “El Salto del Chapulín” o el “Chapulinazo” a secas (primero en la historia patria y, ya por eso, digno de especial mención y festiva memoria). Segunda: durante la guerra de Reforma, cuando los conservadores, apadrinados por Dios, Napoleón III y Maximiliano, mordieron el polvo frente a Juárez. Una guerra civil con fachada de cruzada moral, donde los mochos juraban defender la religión mientras hipotecaban el país a intereses extranjeros; y los liberales no lo hipotecaron porque los gringos no quisieron. La intervención francesa disfrazó el capricho imperial de civilización y terminó, como suele terminar todo en México, con fusilamientos al amanecer. Maximiliano, emperador por catálogo, acabó en el Cerro de las Campanas, mirando al pelotón con más decoro que muchos de sus generales y más entereza que la mayoría de los políticos de su tiempo, incluidos los del bando liberal y republicano. Es risible, sí, pero no gracioso. Es la mueca de un Estado que simula tener fuerzas armadas mientras éstas se caen a pedazos entre desfile y desfile. La 4T, que presume haber militarizado hasta el silbato del árbitro, recorta el presupuesto a la Marina mientras reparte camionetas blindadas a tontas y a locas.[2] Piden lealtad institucional, pero ni un clavo para el casco del barco. La soberanía flota, sí, pero de milagro; y no es casual, este gobierno —como otros, pero con más teatralidad— ha convertido al ejército en una especie de agencia de logística, constructora de aeropuertos, trenes, repartidora de medicinas y, de ser necesario, animadora de fiestas patrias. Soldados que no defienden, marinos que no navegan; y todos, eso sí, bien alineados en La Mañanera. Alguien dirá: “No se burle, son nuestras fuerzas armadas”. Sí, ¡cómo no!; y también eran nuestras las instituciones que desmantelaron a mansalva. ¿No es acaso una forma más refinada de traición desmantelar lo poco que flota, con tal de sostener lo que se hunde? El Cuauhtémoc no es un barco, es un síntoma. Un recordatorio de que este país, cuando se trata de defenderse a sí mismo, prefiere el naufragio lento al combate frontal. Esta tonadilla, la podría cantar la Presidente Sheinbaum, con sus senadores y diputados haciéndole segunda y bailándola suavecito: “En un bote de vela, sin marca y compás, rumbo no sé dónde, quiero naufragar…”. Contácteme a través de mi correo electrónico o sígame en los medios que gentilmente me publican, en Facebook o también en mi blog: https://unareflexionpersonal.wordpress.com/ Luis Villegas Montes. [email protected], [email protected] [1] Artículo de Maritza Pérez titulado: “Gobierno de Sheinbaum prevé un recorte millonario para Fuerzas Armadas y SSCP”, publicado el 15 de noviembre de 2024, por el periódico El Economista. [2]Artículo de la redacción titulado: “Arranca Sheinbaum sexenio con 50 blindadas VIP”, publicado el 27 de septiembre de 2024, por el periódico El Diario. ![]() ![]() |
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