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TEORÍA DEL PARÁSITO FUNCIONALPor LUIS VILLEGAS MONTES, 2025-07-12 20:15:13
Durante años, a los mexicanos nos habían repetido que el sistema “no funciona”; que la corrupción, la impunidad, el rezago, la mediocridad, son fallas sistémicas, pero, ¿y si no lo son? ¿Y si, al contrario, son exactamente lo que el sistema, este sistema en particular, fue diseñado para producir? No estoy hablando de una teoría de la conspiración, sino de algo más perverso e increíble: una estructura burocrática que sobrevive —y se reproduce— gracias a su propia ineficiencia; como ciertos parásitos, que viven del huésped sin matarlo del todo, nuestra burocracia se ha vuelto experta en simular funciones, en procesar papeles, en girar oficios, sin que nada cambie, ni mejore, pero permite que se mantenga; y eso, en términos evolutivos, lamento decirlo, pero es todo un éxito. Los ejemplos sobran. Secretarías que “atienden” miles de casos sin resolver ninguno; consejos que “evalúan” sin consecuencias visibles; fiscalías que “investigan” sin acusar; jueces que “imparten justicia” sin leer los expedientes; a la vista, parecería una máquina descompuesta, pero no, es una maquinaria que funciona de maravilla porque está hecha para no funcionar y sin embargo, mantenerse operativa. Un parásito funcional. El verdadero talento de ese sistema no está en servir, sino en prolongarse. Cada reforma es en realidad una muda de piel; cada reestructuración, un acomodo interno para seguir igual; no hay voluntad de cambio, porque el cambio sería su extinción; y lo más alarmante, la ciudadanía ya lo sabe y no le importa. La gente dejó de esperar eficiencia y aprendió a navegar de simulación en simulación. Aquí nadie va a una oficina a resolver un problema, sino a “hacer presencia”; no se denuncia para obtener justicia, sino para “dejar constancia”; no se compite por mérito, sino por contactos; y cuando alguien intenta hacer bien su trabajo, lo acribillan desde adentro: el sistema expulsa lo que no se le parece. En el fondo, no estamos ante un Estado fallido, sino ante un Estado exitoso en términos parasitarios: su única prioridad es su propia sobrevivencia. Pero todo parásito tiene un límite: el día en que el huésped muere; y el huésped, en este caso, somos nosotros: “Las civilizaciones mueren por suicidio, no por asesinato”. Arnold J. Toynbee. Contácteme a través de mi correo electrónico o sígame en los medios que gentilmente me publican, en Facebook o también en mi blog: https://unareflexionpersonal.wordpress.com/ Luis Villegas Montes. [email protected], [email protected] ![]() ![]() |
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