LA PANDEMIA Y LA URGENCIA DE CAMBIAR EL MODELO ECONÓMICO
Por Redacciòn, 08/05/2020 12:36
Somos pobres, según los organismos oficiales que miden la pobreza, es decir, los que miden cómo está la distribución de la riqueza -o la falta de ella-; somos pobres, según esos organismos, si en nuestras casas o en nuestras colonias tenemos por lo menos dos carencias. Esas carencias pueden ser falta de pavimento en nuestra calle, puede ser un piso de tierra para la vivienda en vez de piso firme, podemos comer tal vez tres veces al día pero que nos falten proteínas…
Hoy, cuando las condiciones de la pandemia del Covid-19 nos imponen un encierro forzoso, y cuando el cierre de las fuentes de trabajo ha traído un desempleo en proporciones no conocidas en la historia moderna, la pobreza se acentúa.
Recordemos que la pobreza, y de ninguna manera la “corrupción”, como se nos ha querido imponer como la verdad oficial del gobierno federal, es el verdadero origen de la falta de oportunidades laborales, de la falta de oportunidades en educación.
La pobreza produce la delincuencia, organizada y no organizada; es la fuente de la ignorancia y del fanatismo, de las divisiones políticas, del crimen, de la discriminación, de muchas de las desigualdades que padecemos.
Desde el año 2014, Antorcha Campesina se impuso la meta a nivel nacional, de crecer, de un millón de afiliados como punto de partida en ese año, hasta los 10 millones en el lapso de 10 años.
¿Por qué? Porque si esta organización quiere incidir en lo electoral, es decir, si quiere definir quién llega a la Presidencia de la República en el mediano plazo para que los pobres decidan el rumbo del país, Antorcha debe crecer… Hay 100 millones de pobres en México, de más de 120 millones de habitantes en general, y de estos 100, más de 55 millones de personas viven en condiciones todavía peores: son los miserables, o los que viven en la pobreza extrema, quienes tienen más de tres carencias en lo cotidiano. La situación de estas personas nos está gritando, exigiendo, un cambio de sistema, un cambio urgente de modelo económico.
Es que, en contraparte, nos podemos asombrar y nos debemos indignar, porque la riqueza del país la concentra un minúsculo grupito de los dueños del país, entre los que están 10 individuos que concentran el 11 por ciento de la riqueza, y todavía de ese 11 por ciento, el 9 por ciento lo concentran 4 personas.
Aquí en Chihuahua, a nivel estatal, la organización debe crecer, es urgente, porque la aparente y falsa sensación que en otras latitudes se tiene de esta entidad, y que “nos” identifica como prósperos, es cierta pero sólo si se la aplicamos a los dueños del capital; porque las masas trabajadoras se encuentran sumergidas en una serie de carencias y de necesidades que son más visibles y notorias en las colonias populares, en las comunidades rurales y en los pueblos. Hoy en día, en diversos puntos de la capital, de Jiménez, de Bocoyna, de Cuauhtémoc y de Carichí, de Namiquipa y de Delicias, de Parral y de Saucillo, de Juárez y de las viejas haciendas del Río Florido, entre otros muchos lares de la entidad, los pobladores encerrados en sus casas están asomando la cabeza para mostrarnos, en una oleada de trapos blancos, su demanda principal de hoy, que es la exigencia de comida. El pueblo está pidiendo al gobierno del estado, igual que al gobierno de la república, la puesta en marcha de un programa nacional de distribución de alimentos entre las familias más necesitadas.
Antorcha se debe convertir en partido político, y esta es una necesidad histórica. Porque actualmente somos una fuerza de dos y medio millones de personas, y si esta fuerza se multiplica, podemos lograr que la gente ya no tenga que manifestarse para tener los servicios públicos indispensables
¿Cómo es posible que aquí en Chihuahua, haya compañeros de nosotros que tienen ya ocho años ¡ocho! pidiendo, exigiendo que le den en venta un lote para su vivienda? ¿Cómo es posible, por qué nos tenemos que manifestar, salir a protestar, para tener electricidad en nuestras colonias, para que nos llegue agua potable o para tener una ruta de camiones? ¿Cómo es posible que nos veamos obligados a tener que arrancarle a los gobernantes esos servicios y esos derechos que ellos tendrían que otorgarnos, como es su obligación por ley, sin que nadie tuviera que presionarlos?
Somos pobres, pero no porque así lo queramos nosotros, somos pobres porque así nos tienen, apachurrados, explotados, porque las leyes están hechas y pensadas para favorecer a los dueños del capital. Porque la forma en que funciona la producción de los bienes materiales está diseñada para enriquecerlos a ellos y para mantenernos a nosotros, a los trabajadores, a los que producimos la riqueza con nuestro trabajo, en el mero límite de la sobrevivencia. Y a veces ni eso alcanzamos. Ni eso alcanzamos, porque por ejemplo, las prestaciones laborales que ellos nos impusieron, ni eso nos dan, porque hasta eso nos escatiman; los patrones maniobran para arrebatarnos hasta el mínimo derecho, de esos derechos que ellos decidieron un día que nos iban a conceder. ¡Hasta eso nos quitan!
¿Cuál es, entonces, la salida de esta injusta situación? Mientras no nos decidamos a actuar, estos dueños del país, estos señores de vidas y haciendas, van a seguir imponiendo a quienes nos gobiernen. Es el pueblo el que debe poner un alto.
Si crecemos lo que tenemos en proyecto, podemos llegar a ser una fuerza electoral suficientemente grande como para decidir a quién ponemos al frente del gobierno, y pondremos entonces a un representante genuino del pueblo trabajador, y como pueblo organizado, vamos a gobernar en beneficio de las grandes mayorías desprotegidas. Entonces sí, empezaremos a tener justicia verdadera en este país.