Las continuas pruebas de misiles balísticos y el desarrollo del programa nuclear que está llevando a cabo Pyongyang han elevado la tensión entre Estados Unidos y Corea del Norte a su máximo nivel.

El intercambio de amenazas entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-Un, han hecho encender todas las alertas, también en el Vaticano. El papa Francisco, que desde hace tiempo advierte sobre el peligro del desarrollo de la carrera armamentística, ha expresado su preocupación por el estallido de una hipotética guerra nuclear de consecuencias impredecibles. "Sólo hace falta un incidente para desencadenar la guerra. La situación puede precipitarse a partir de un error", ha advirtido el Pontífice.

Un error como la falsa alarma que se produjo este sábado en Hawaii y que provocó el pánico entre sus ciudadanos. "Tengo miedo de una guerra nuclear, estamos al límite", reconoció el líder religioso. El Papa aseguró que es necesario llevar a cabo el desarme nuclear para garantizar la paz. "Es necesario destruir las armas", dijo durante el vuelo papal que le llevaba desde Roma a Santiago de Chile, primera etapa del viaje que acaba de comenzar por América Latina y en el que visitará también Perú. Francisco regaló a los periodistas que le acompañaban en el avión una fotografía tomada en 1945 en Nagasaki por el fotógrafo estadounidense Joseph Roger O'Donnell. En ella aparece un niño esperando a las puertas del crematorio con su hermano pequeño muerto cargado a la espalda. Una imagen que simboliza mejor que ninguna otra la destrucción tras el lanzamiento de la bomba atómica en la ciudad japonesa y a la que el Pontífice ha acompañado con una frase: "El fruto de la guerra". "Es una imagen que encontré por casualidad", explicó Jorge Mario Bergoglio. "Me conmovió cuando la vi y por eso quise imprimirla y compartirla. Porque una imagen emociona más que mil palabras". Se trata de la misma foto que la Oficina de Prensa del Vaticano distribuyó los últimos días de 2017, acompañada por un breve texto del Pontífice que destacaba "la tristeza del niño" representada en sus labios "mordidos y rezumados de sangre". La crisis entre Washington y Pyongyang está en el centro de la atención del Papa Francisco. No en vano, en los últimos meses, Jorge Mario Bergoglio ha incrementado sus intervenciones e iniciativas a favor del desarme nuclear. El año pasado el Papa envió un mensaje a la Conferencia de la ONU en Nueva York, que en ese momento negociaba el histórico tratado para prohibir la proliferación de armas nucleares. El Pontífice instó entonces a la comunidad internacional a adoptar estrategias para promover la paz y la estabilidad, que no se basaran en "un falso sentido de seguridad o sobre la amenaza de una destrucción recíproca". Porque de lo contrario, "las consecuencias humanitarias y ambientales" que podrían derivarse del empleo de cualquier arma nuclear serían "catastróficas", advirtió el Pontífice. Un Papa contra la carrera armamentísticaDesde entonces hasta ahora, los mensajes de denuncia e iniciativas a favor del desarme nuclear en el Vaticano se han multiplicado. El tradicional discurso ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, que el Pontífice pronunció la pasada semana, se convirtió también en una oportunidad para hacer un llamamiento en favor del diálogo y contra la carrera armamentística, especialmente en Corea del Norte. "Es primordial que se pueda sostener todo esfuerzo de diálogo en la península coreana con el fin de encontrar nuevas vías para que se superen las actuales confrontaciones", dijo entonces. En su discurso ante los embajadores, el Papa Francisco insistió que en la "era atómica", la guerra no puede ser un instrumento para la "justicia". Y reiteró la posición de la Santa Sede de que cualquier diferencia debe resolverse "por medio de negociaciones" y "no con las armas". Ya entonces advirtió de la gravedad de la situación actual, donde "cualquier hecho imprevisible puede inesperadamente provocar el incendio bélico". Una preocupación que de nuevo ha confesado a los periodistas a bordo del avión papal que le llevaba hacia Chile.Pero la inquietud del Papa por el aumento de las tensiones que podrían precipitar un conflicto internacional no se queda sólo en palabras. El pasado mes de noviembre el Pontífice inauguró un congreso en el Vaticano para impulsar el desarme nuclear. A la cita acudieron varios Premios Nobel, entre ellos el egipcio Mohamed El Baradei o el bengalí Muhammad Yunus, así como líderes internacionales y representantes de la ONU, la OTAN y de países como Rusia, Estados Unidos o Irán. En el encuentro, promovido por el Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral, participaron varios representantes de víctimas de la bomba nuclear lanzada en Hiroshima y Nagasaki.La implicación del papa Francisco ante el desafío nuclear parece tan determinada que incluso se especuló entonces con que la Santa Sede podría estar poniendo en marcha su maquinaria diplomática para actuar como mediador en el conflicto entre Washington y Pyongyang. Una mediación que, al menos públicamente, el Vaticano ha desmentido. Según dijo a Radio Vaticano el arzobispo Silvano Tomasi, delegado del Papa para los asuntos de desarme nuclear e histórico observador permanente de la Santa Santa ante la ONU en Ginebra, sentar en una mesa de negociación a "personas con mentalidad radicalmente diferente, con objetivos políticos diametralmente opuestos, es muy difícil", pero el Vaticano no pierde la esperanza. "No debemos dejar de intentar la vía del diálogo".

Fuente:elmundo.es