“La historia es la maestra de nuestras acciones”: Nicolás Maquiavelo. Sin duda alguna el sexenio que está a punto de llegar a su fin ha sido un episodio que ha dejado huella dentro de la historia de México. Más allá del partidismo tenemos que ver los hechos de la forma en la que se han suscitado, hablar de Peña Nieto es hablar del presidente de pantalla, ese al que su carrera política la dejaron en segundo término durante su campaña para convertirlo en una marca registrada de la televisión, es una novela que se vive desde los pinos.

México es un país magnifico y mísero. Magnifico por sus costumbres, sus fiestas y su historia, y es mísero por sus instituciones políticas, no importa si es el PAN, PRI, MORENA o PRD, como tampoco importa si son funcionarios independientes. Más que un razonamiento, de acuerdo a lo que pensaba Niccolò, lo que vale es un ejemplo, una historia, un relato. El ejemplo de Calderón, la historia de Fox y el relato de todos los presidentes anteriores a ellos nos comprueban la vileza y la mezquindad de las formas de actuación del poder, así es su naturaleza. En lo que respecta puntualmente a Enrique Peña Nieto, el del lenguaje corporal mecánico y prefabricado pero de gesticulaciones nerviosas naturales que ha demostrado después de sus múltiples aunque sutiles errores que comete por su “inflamada oratoria”, tiene las horas contadas, el político de marketing está a poco más de un año de irse, se va con sus reformas, con su ignorancia y su cinismo, se va dejando la sombra de su incompetencia y su desencanto, curioso, porque en gran medida, fue un “encanto” enmascarado lo que lo catapulto para ser el titular del ejecutivo federal, de eso se trata el engaño y la simulación. Los movimientos institucionalistas e “independientes” han comenzado, aunque no de manera formal con miras a las elecciones del 2018, por lo que tenemos que ajustar la mirada y afinar la memoria, recordar entre los rincones de la historia y el pasado inmediato para observar detrás de las máscaras y las simulaciones que se presentan en el gran teatro de la política, pues se ven nubes de tremenda tempestad. @Rodrigo19HM