El analizado con absoluta frialdad y preocupación la candidatura del EZLN-CNI y con detalle las declaraciones y análisis de compañeros trotskistas; básicamente de quienes se reivindican del Secretariado unificado de la Cuarta Internacional y en particular, cuyo origen nacional está en lo que fue nuestro querido Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT histórico) y la particularidad en esta, nuestra corriente, es por la similitud de la candidatura de Rosario Ibarra de Piedra en 1982, en donde la audacia política de un grupo de jóvenes, marcó un hito histórico, como lo reconoció, incluso, en ese entonces, secretario de gobernación, Enrique Olivares Santana; una audacia de tal magnitud que Rosario y el PRT logró un lugar en el historia de este país; Rosario, aparecerá en los libros de educación en México como la primera mujer candidata a la presidencia de la república, con el antecedente de ser madre de un desaparecido político; acompañada de un PRT que convocaba a la organización y la lucha; con una consigna de poder Arriba los de abajo; que dicho de paso, fue un obsequio de Mariano Azuela.

En la segunda vez, EN 1988, como candidata Rosario y el PRT, las cosas ya no fueron tan audaces ni tan exitosas; de más de millón de votos (que en las condiciones en que participamos fue una verdadera epopeya) reconocidos al PRT, paso, cuando mucho, a 90 mil votos; este lamentables error táctico del PRT todavía es una asignatura pendiente de una dirección que se niega a reconocer, a pesar que después de casi tres décadas no se ha podido reagrupar como corriente ideológica y política. En el 2006 el zapatismo lanzo la Otra campaña, partiendo de elementos básicos como la explotación y la exclusión; con la motivación de convocar a la organización y la lucha; y ahora con el mismo argumento, proponen a una parte del pueblo, aglutinados en el Congreso Nacional Indígena (CNI) una consulta para decidir si lanzan una candidata indígena a la presidencia de la república; sin tomar en cuenta a otras fuerzas anticapitalistas pero invitándolos a adherirse. Así como en el 2006, reafirman su tesis de Cambiar el mundo sin tomar el poder. Hace días Manuel Aguilar Mora, así como el comité político del PRT, emocionados con la convocatoria zapatista afirman cada quien por su la lado “esta iniciativa política puede ofrecer una alternativa de lucha y organización para los que, desde abajo,” y más adelante justifican la política zapatista con el grado de explotación, discriminación, violencia y exclusión, no antes mencionar la grave crisis sociopolítica y la degradación política; y en efecto como dirían Aguilar Mora “La conmoción política que ha producido este anuncio es como un verdadero temblor en los centros de la vida política mexicana.” ; hay que agregar que la candidatura de Rosario también lo fue en 1982, porque presentar a una mujer sin más antecedentes de ser madre de un guerrillero desaparecido, no fue nada agradable ni calculado por el régimen autoritario priista. Pero de ahí a pensar que las masas se volcarían por nuestra razón histórica y moral hay un abismo. Ahora el zapatismo con toda su audacia y moral nos viene avisar que la historia se repite; y el PRT (actual), Aguilar Mora y un poco más moderado, Guillermo Almeyra, nos hablan no solo de las limitaciones teóricas de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sino además de su giro derechista, su autoritarismo y las limitaciones de su programa nacionalista; y por todas esas razones ven la propuestas zapatista como “un aire refrescante” ante la degradación política. La propuesta zapatista y los apologistas trotskistas no solo avalan incondicionalmente la propuesta sino que además sin la menor importancia mandan al baúl de los recuerdos al Frente único, donde no solo se presionaría a las posiciones nacionalistas sino que nos ponen en posibilidades de pelear la dirección en caso de fraude o en caso de ganar AMLO fraguar una oposición radical para empujar a las masas a cambios más profundos y progresistas. Irse por la libre, así en seco, es renunciar a ganarse a las masas; bien haría el PRT y supongo que LUS en reconocer, por lo menos que la candidatura del Rosario en 1988 fue un error táctico garrafatal; no reconocerlo es seguir cometiendo los errores de ayer; y claro también en estas supuestas posiciones radicales de “organización y lucha” también se vale retroceder pero sin reconocer como en el caso del PRT, dirigido por Edgard Sánchez, cuando se adhirió en el 2006 a la Otra campaña y termino apoyando la candidatura de AMLO e incluso él mismo como fruto de “esta lucha” estuvo cuatro años de secretario técnico de Rosario Ibarra cuando en ese proceso fue elegida senadora de la república. Los capitalistas neoliberales, como sabemos, tienen varios brazos políticos, sobre todo el PRI y el PAN y no escamotean recursos para ir compactos cuando ven algunos riesgos; la izquierda anticapitalista e institucional también no escamotean recursos para para ir dividida; el pragmatismo de la derecha, deberíamos aprenderlo con mucha tranquilidad y frialdad. Aunque audaz y moral la política electoral del zapatismo ante millones de mexicanos se ve como una maniobra del estado; y aunque Aguilar Mora y el PRT actual tiene cuadros valiosísimos son, en un espectro de 120 millones de mexicanos una absoluta minoría; más aún; las argumentaciones principistas de nuestros compañeros trotskistas no hacen eco en las grandes masas que hoy se debaten por sacar a los neoliberales y apátridas del gobierno y no se puede improvisar una candidatura por muy moral que sea para dar la batalla como se demostró en 1988 y en el 2006. Ahora bien, si la campaña de la candidatura indígena es con el objetivo de construir un esqueleto o estructura de cuadros que entienden y comentan la política del zapatismo y los grupos anticapitalistas está bien pero de ahí a entrarle a la disputa o romper la hegemonía neoliberal está muy en veremos su factibilidad. AMLO-Morena es cierto, no es un partido ni ortodoxo ni mucho menos democrático o clasista y por eso no estamos ahí, pero no tiene sentido tomar de pretexto estas limitaciones para llegar a la conclusión que debemos crear otra opción en una cuestión de coyuntura; AMLO-Morena no solo tiene esos errores y limitaciones sino incluso carece de política atractiva para un sector de la izquierda de verdad y es probable que esta ausencia se deba a los compromisos con un sector de la burguesía nacional y extranjera y garantizarle que en caso de ganar o perder “no se quebrará ningún vidrio” y por eso la destitución de dirigentes de Morena en varios estados y que son de izquierda no solo los margina y golpea sino los expulsan como es el caso, entre otros, de Sinaloa y Baja california norte; en contraparte donde relega a la izquierda adquiera compromisos con ex priistas conservadores donde la benevolencia llega al extremo del fracaso electoral. Hay tiempo para dar la lucha política con Morena pero también con el zapatismo; irse de bruces con uno o con otro es cometer un grave error; busquemos y motivemos espacio de discusión que permita que la izquierda (sin adjetivos) no aparezca dividida; profundizar diferencias para llegar a conclusiones principistas y fundamentalistas le hará un gran favor a quienes con su pragmatismo quieren seguir entregando al país, en aras de la ganancia. Morena y el zapatismo deben tender puentes y sin prejuicios buscar coincidencias; en esta coyuntura no se resolverá asuntos ideológicos y pragmáticos entre organizaciones; es la sobrevivencia del país lo que está de por medio y una falta de responsabilidad de uno y otros tendrá un alto costo político que el pueblo se los va a cobrar. César del Pardo Escalante